Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
Falta uno jajaja
ResponderEliminar¿Cómo fue lo del arsénico?
Ya me diás el lunes... ¡qué pena no haber podido acercarme! Tal vez tomaste alguna idea para el proyecto de Senegal...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Francisco