Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
Hermoso contraluz. La mesa, plagada de objetos ya gastados, parece una vanidad del XVII... con biberón=cuna=tempus fugit=tempus necat incluido.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte,
Fran
Preciosa la foto; el biberón produce extrañamiento.
ResponderEliminarUn saludo