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lunes, 4 de junio de 2012

Días de África


Noche oscura del alma (Senegal, 2008)


no fui al hallazgo de los elefantes

buscaba una paloma
                                   más viva que serpiente
una camisa de sombra celebrada
el baile de mis muertos cálidos
una brazada de luz

escapar   del atajo   a la nada

había volado en círculos sobre mi propia muerte
sobre mi entraña aún
            latido
            pero no identidad

había paliado el sacrificio de mis cien bueyes
ahogándolos en lumbre batida entre las manos
sin resultado alguno
ni siquiera el fracaso

había establecido el límite en el silencio
por evitar el llanto
el cirio
el luto

mas nadie me impidió el verso

y desde entonces me borro
     entre humilde la desolación
     e intrascendente el milagro

6 comentarios:

  1. Querido julio, nada es casual supongo, y mi último poema, escrito hace apenas unas semanas, empieza también con un elefante de aquellos que tanto me han acompañado en nuestra qherida África. Te lo mando con un abrazo de bandoneón, jaime

    Tengo una tristeza de elefante herido
    que no sabe dónde irá a morir,
    y sigue caminando bajo el sol.
    Es esa la dignidad que hoy me queda,
    la del prescindible moribundo. Hay días
    en que aparto del camino los recuerdos
    fingiendo que avanzar es dar mis pasos.
    Pero en el silencio interno de mi sombra
    sé que yendo a lo que voy es regresar.
    Porque mi historia es la de la soledad
    de quien no tuvo familia, sólo libros.

    Tengo una tristeza de oso blanco extenuado
    que no encuentra un iceberg donde pararse
    y bracea sin cesar árticos mares
    sabiendo, sin saber, que cuando falten
    fuerzas, ilusiones y banquisas, se hundirá.
    Como solo quien a nadie tiene se hunde.
    Sin remedio, ni testigos, ni un amor,
    ni un amigo o una familia que no hubo.

    Así avanzan,
    el oso, el elefante,
    hacia su muerte.
    Hacia su muerte y saben
    que nunca han existido, ni siquiera
    en el sueño de algún sueño, porque fueron
    niños pero no tuvieron más cómplice
    que su propia soledad de libros
    en los alféizares vacíos del estío.

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  2. Precioso, Jaime, pero no hablas de ti, no puedes hablar de ti cuando tú no tienes una familia, tienes ¡un montón! Tu hogar, por supuesto, tus canallas, tus hazversos... Amigo, con pan/ñ-ero, si alguien tiene familia ¡eres tú!

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  3. Bellisimo el poema, y sobretodo bellsimas metàforas que valen la pena leer y releer.Optimo post.Maria Z.

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  4. pero trasciende, a pesar de todo.
    abrazos julio amigo.

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  5. Gracias, María Z. Aunque tu identidad me lleva a una página publicitaria.
    Ojalá lo hiciera, Kynikos. Tengo mis dudas...

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  6. Hermosísimo poema, sí, una imágenes que quedan en la memoria, la mejor manera de transcender quizá.
    Salud
    Manuel

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