Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
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domingo, 3 de noviembre de 2013
Bajo mínimos
La castañera y el Reina (Madrid, 2013)
Nunca me acostumbraré al invierno.
Llega
con su mano de frío,
su pequeño despecho
a traición,
su broma de nieve
por la espalda.
¿A traición? Yo creo que más bien al contrario, avisando, avisando y nosotros sin creer en él. Pero llega, claro, y seguimos con esas ridículas camisetas de manga corta y el cuerpo encogido, disimulando. El poema es precioso.
¿A traición? Yo creo que más bien al contrario, avisando, avisando y nosotros sin creer en él. Pero llega, claro, y seguimos con esas ridículas camisetas de manga corta y el cuerpo encogido, disimulando.
ResponderEliminarEl poema es precioso.
Exacto, no vemos o no queremos ver. Un... caluroso saludo.
ResponderEliminar¡Fotón, dicho sea de paso!
ResponderEliminarNeutrón otoñal, más bien, jajaja, pero gracias, amigo Samsa.
ResponderEliminarEsos carritos memorables,con sus castañas prediciendo el invierno,me fascinan.
ResponderEliminar(Por cierto,en Madrid,las castañas son caras y malas,jaja.)
Un beso.