Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
Es una hermosa noche de verano. Tienen las altas casas abiertos los balcones del viejo pueblo a la anchurosa plaza. En el amplio rectángulo desierto, bancos de piedra, evónimos y acacias simétricos dibujan sus negras sombras en la arena blanca. En el cénit, la luna, y en la torre, la esfera del reloj iluminada. Yo en este viejo pueblo paseando solo, como un fantasma.
Precioso, amigo Julio. Qué ganas de recorrer esos caminos...
ResponderEliminargrAnd3
ResponderEliminartiempo para dejarse llevar por ellas.
ResponderEliminarFantásticas, todas ellas.
ResponderEliminarQué bonita zona para recuperar las buenas vibraciones. No las perdamos nunca.
ResponderEliminarBendiciones.
Fotografáis espectaculares para leer a Machado:
ResponderEliminarEs una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas
abiertos los balcones
del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacias
simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca.
En el cénit, la luna, y en la torre,
la esfera del reloj iluminada.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.
Me encantan los caminos, los cardos y los árboles sobrenaturales; estas fotos son fantásticas, tan serenas.
ResponderEliminarSaludos
La segunda de esas sensaciones que has puesto es sencillamente maravillosa.
ResponderEliminarSaludos estivales.