
Lo mismo que nuestra “campaña cauri”. Quedamos con el Colectivo de Mujeres en Lucha contra la Inmigración Clandestina, las madres de tantos jóvenes muertos en los cayucos, con Mme. Yayi Bayame Diouf al frente, en la manufactura de unos pines con cauris, conchas africanas que se utilizaron antiguamente como moneda y talismán, y que sirvieron –como bien reflexionó Juande– para comprar mercancías y personas para el Nuevo Mundo. Hoy el nuevo mundo –que curiosamente es el más viejo– reclama aulas, libros, ordenadores, balones de fútbol... Cada pin representará la colaboración de cada uno por la solidaridad y la justicia. Cada cauri representará un ladrillo, un capítulo de manual o de novela, un chip, un hexágono de cuero…, una vida arrancada al mar, una chica o un chico de esta escuela que en Senegal sale a flote…
Allí ahora arranca la temporada de lluvias. Un día de junio empieza a llover y llueve y llueve y no deja de llover hasta que otro buen día, de septiembre u octubre, se detiene. Naturalmente, estoy exagerando. Pero solo un poco; no es momento de empezar a construir. Con la vuelta al cole, volveremos también a la carga con nuestro proyecto y nuestra campaña. Entonces nos pondremos y pondremos a los enjutos herederos de egipcios, nubios, dogones o abisinios manos a la obra. Será el momento de echar esa mano y el resto, a discreción y a voluntad. Y solicitaremos entonces vuestra participación.
Hasta entonces.