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Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
7 comentarios:
Epidemmia, epidemia...
Un abrazo, Julio.
Qué buen título.
La ciudad corazón vista desde arriba. El punto rosa nos mira. Hasta del más insignificante trazo infantil uno puede descubrir (construir) un gran territorio.
Creo que voy a buscar esos dibujos guardados.
Saludos
Ahora la gente no cree en oráculos, ni se enamoran de su madre, porque la ven vieja.
Y si conocen Tebas, es por un viaje organizado por internet.
Un beso
El dibujo es de mi hija, que de momento creo que anda enamorada de todo y de todos, y, sobre todo y sobre todos, de sí misma. Lo cual no está nada mal, por otra parte. Tal vez evite que se quede ciega...
Qué tierno.
Me encanta. Dale un besito de mi parte.
Lo más triste, es que en este mundo y a estas alturas, realmente debe haberse marchado... porque se ha olvidado la escencia, e incluso la forma, de las raíces de estas historias.
(es una historia que siempre me gustó mucho... y me gustó mucho esta forma de traerla a esta actualidad)
¡Besos, Julio!
La rana...una pequeña personalización. Y yo debería decir lo mismo...¿nada de París? Sí, aún tengo que subir una pequeña crónica. Tus entradas son infinitas pero me llamó la atención una llamada "¿Arte o mierda?"
A mi parecer y definitivamente, la segunda. Te sigo.
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