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Una niña de cuatro años me ha dicho que la noche es para soñar dormido y el día es para soñar despierto. Y no le falta razón.
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Hay días en que uno se levanta con ganas de gritarle al mundo las verdades como puños a la cara; otros en que preferirías susurrártelas al ombligo: verdades pequeñas, tan íntimas que duelen o que nos ruborizan. Quien llegue hasta aquí encontrará rendijas, abiertas como una mancha de luz, como líneas de luz para guardar el equilibrio.
6 comentarios:
Esas personas pequeñitas que muchas veces tienen más filosofía de vida que todos. Por cierto, felicidades :)
Qué maravilla; no creo que haya mejor forma de expresarlo.
Maravilloso es escuchar a los pequeños y mi enhorabuena por haber sido testigo.
Un abrazo,
A.
Me asombra la lucidez de estas grandes personitas.
Felicidades, Julio.
Ya lo creo, no le falta razón...
Hermosa filosofía vital, ojalá no la pierda nunca.
Besos
Elvira
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