(Diseño de portada: Juan Pedro de Gaspar)
Hay libros que merecen más que un comentario. Algo más que un elogio o un panegírico. Hay libros que merecen una demorada relectura. Este es uno de esos libros.
Más allá de la filigrana policiaca, que la hay, y de los tortuosos entresijos del discurso de la desolación que ponen en pie un personaje de gran calibre, ascético e iluminado, el terrorista portugués (o de cualquier parte), y su doble en el espejo, el sabueso franquista en el arranque inseguro de la Transición, esta es una lección de literatura destinada a perdurar: barroca, tensa, brillante pero sucia...
Y una lección igualmente de cinismo del encantador (como solo el cinismo sabe serlo). Destila una sabiduría amarga pero dulce que va haciéndose nudos en el estómago y en el cerebro, hitos de un camino que no es que huya de lo trillado sino que se abre a machetazos, escogiendo por convicción (o por misión, que tal vez sea en este caso lo mismo) el estoicismo áspero pero liberador de los que saben que todo, de antemano, está perdido. Y que únicamente aceptarlo supone una victoria.
3 comentarios:
¡ Me gusta que te guste ! Seguro que a mí también.
Iré a comprarlo.
Un beso
Aceptar... Habrá que leerlo y ver entonces...
"...No habrá cauce que pueda contenernos..." Me encantó.
El insomnio hoy anda por estos lares... ja! Gracias por pasar por el blog, un placer conocerte.
Un beso
Qué impresionante. No sabría, no supe, decirlo mejor.
Besos.
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