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domingo, 1 de febrero de 2009

Lecturas de largo recorrido: Caídos ángeles


Recibí tarde la invitación a la presentación de Caídos ángeles, de Carlos Aganzo (Ed. Algaida, Sevilla, 2008), finalista del V Premio de Poesía Ateneo de Sevilla, y he tenido desde entonces hasta hoy clavada en la memoria esta espina honda.
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Ya desde la portada, el tríptico del arcángel de Susana Saura me invitaba a abrir aquella antigua puerta que hay en cada libro y que en este, de inmediato, sin un solo chirrido ni media discordancia, me arrastró al vuelo y caída de los ángeles que alguna vez fuimos y que hoy, desorientados, con alas doloridas, de tropiezo en tropiezo, derribamos el mundo. En nombre tantas veces del bien, de algún dios, de algún rencor, de alguna fidelidad mal entendida, el hombre tocado por las alas negras de la ira camina torpemente, con malicia o -lo que a menudo es peor- sin ella, haciendo añicos la escasa luz del túnel.

En esta involución general encarnada de manera singular por reconocidos caídos ejemplares, algunos, que Carlos Aganzo llama 'héroes', intuyen un puente perdido en la niebla de las palabras y se disponen a cruzar, a ascender, a recuperar en realidad lo que es más suyo: ese fuego prometeico que siempre es interior y siempre generoso. Frente a los ángeles caídos, los héroes descubren que su única misión es "vivir y ser vivido", y que "no hay victoria si no es para los otros". Y ya está todo dicho.

Eso sí, no de cualquier manera; con una musicalidad penetrante de diván y la cálida luminosidad de nuestro multicultural mediterráneo.

Si después de leerlo no crecen de nuevo las alas, y con ellas las ganas de sobrevolar el mundo, con toda probabilidad será eso signo de extremo agotamiento, fruto de una prolongada inmovilidad, o quién sabe si de una ya irreversible amputación.


Al hilo de su lectura a mí me nacieron estos versos, movido por el extremecimiento ('extremo mecimiento'):


aún ángeles de carne
para la consolación
.
la sed .....la fiebre..... el acaso
.
itinerario o promesa
de labios
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............. nunca inocentes
.
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un roce anunciado y terco
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suspenso y tenso en el aire
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huïda o pronunciación
.

5 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Bonito extremo mecimiento al hilo de los ángeles que fuimos. Pero yo creo (soy crédula a ratos) que a pesar de que los labios nunca son inocentes y de que ya no somos ángeles, hay momentos de perplejidad que nos hacen volver a una cierta inocencia mientras duran. Justo hasta que lo ponemos en palabras,justo hasta la pronunciación, que coincide aquí con el final del poema.

Julio Castelló dijo...

Y crees bien. Grande es tu fe, jajaja...

Amparo dijo...

Qué sueño tan hermoso creer que un día fuimos ángeles
y aún soñamos.

Me encanta tu comentario al libro, sobre todo el último párrafo. Extremo agotamiento, prolongada inmovilidad ¡amputación! Cielo santo, tengo que leerlo. Necesito esas alas.


Saludos.

(no lo vas a creer, la verificación de la palabra me dice que he de poner: matar)

Anónimo dijo...

¡ yo soy un angel... !

Anónimo dijo...

Me quedo con mi ángel señalado, para mi guarda.
Un beso