Nace un blog, un blog muere. A golpe de clic inventarse un dios es sencillísimo. O tal vez no tanto. Existe esa inquietud, el prurito personal, lo irreversible. Ya no hay control zeta. Puse en marcha blogia poética (refugio de poesía poesía solo poesía todo poesía), y, como nadie lo visitaba o al menos nadie opinaba salvo yo, que iba y volvía insatisfecho y lleno de dudas..., lo he eliminado.
Solo he rescatado lo que no era mío (porque ahora de algún modo sí lo es): la cita de Heine y el videoclip de los Pop Tops (el primero, pero no el último, de la banda sonora de nuestros recuerdos). Ah, y esa obra de arte urbano que me trae de cabeza...
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