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lunes, 2 de julio de 2007

Elhijo (I)





Son las dos de la mañana. Me he desvelado. Mi niña ha pasado por todos los brazos de la casa porque no conseguía dormir. Al final la ha dormido su madre, a la africana, abrazada a la espalda sujeta con un grueso lienzo de algodón regalo de sus dioses. Quizás la hemos dormido entre todos… O al final ha decidido ella que ya estaba bien. A ver si va a ser que ha cumplido un año... Quizás necesitaba demostrar que sigue siendo un bebé. Ha cumplido un año y tiene todo por hacer. Aún no camina pero no hay quien pare detrás de ella; aún no habla, pero ya no hay quien la entienda; aún no ha echado todos los dientes, pero con los cuatro que tiene ya rompe sus tetinas y sus sonrisas en el aire, burbujas tiernas…
Ha cumplido un año. Es su primera vez. Quizás se piensa que al no tener solo meses, creeremos que ya es una niña y le exigiremos actuaciones, comportamientos y ‘responsabilidades’ de niña. (Uno nunca sabe muy bien qué demonios puede haber en el pensamiento de estos locos bajitos.) Nada de eso ha pasado por nuestra cabeza. No queremos -nunca lo quisimos- que corra más, ni que hable más, ni que nos coma mejor, como el lobo de caperucita. Eso sí, la contemplamos crecer… Y es un milagro. Un milagro nada sobrenatural, un milagro de esos corrientes, de esos de todos los días. Un milagro de andar… de gatear por casa. Qué importante es hacer cada cosa a su tiempo. ¿Qué tiempo? El propio tiempo. Ella tiene un año y una sonrisa, una risa antigua y sabia de siglos. Y una energía… de eras geológicas. Y una mirada de astucia de millones de años de evolución. Cada paso es celebrado como la llegada del hombre a la luna (queremos creer que llegó) y cada prueba y error observada con cariño y con la confianza en que el trabalenguas indescifrable de hoy es el léxico aprehendido de mañana, el verso libre o endecasílabo, la canción… O el silencio. Siempre rogando que sea elegido.
Elhijo no es una errata infatigablemente corregida por el procesador de textos, sino una palabra nueva que le debería hacer aprender. El regalo final de toda confusión.

3 comentarios:

samsa777 dijo...

El mejor de los regalos.

Precioso, Julio. Felicitaos de mi parte.

grande dijo...

GRANDE

Losquintasortegas dijo...

Querido, que grande es, que una vez más en la vida, las cosas nos pasen de forma tan paralela, tan igual, tan diferente. Como siempre. Y ahora es el tiempo de ellos, de los hijos, de que su magia nos cautive. Y me gusta tanto leerte tan cerca, tan grande y mágico como eres, como has sido, y como serás, porque ellos nos harán grandes y mágicos. Desde Simferopol, os queremos.