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viernes, 18 de mayo de 2007

Senegal, un viaje para aprender (2)


Pasamos mal que bien nuestra primera noche en Kaolack, de pelea con los obligados anofeles.
El olor de sal se diluye en la bofetada de calor que comienza desde que el sol despunta.
De buena mañana nos encontramos con el director de la escuela de Parcelles Assainies, irónico nombre ('parcelas saneadas') para un barrio de calles de arena, chamizos y barracones de hormigón en pobre desorden, montones de basura que los vecinos queman aquí y allá o alimentan a cerdos, cabras, carneros... Un barrio donde le das a un niño una palmera de chocolate y corre de inmediato hacia los suyos, la parte en multitud de pequeños trozos y la reparte entre todos ellos, todos, alborozados...
En este entorno se fundó en 1984 una escuela que de un centenar escaso de alumnos ha pasado a mil cien. Ha crecido tan rápido como los muchachos que en ella estudian y ya no caben en sus aulas. Jóvenes bulliciosos, ilusionados, alborotados por muestra insólita presencia allí. Jóvenes que cada día observan el grafiti: “Trabajo-Disciplina-Éxito / Unidos, venceremos”, y en su casa o en la de algún vecino encienden la televisión y con ella sus sueños de coches deportivos, mansiones de lujo oriental u occidental, de un lujo que ellos solo conocen por las fotografías…Y sueñan que está allí, al alcance de la mano, a tiro de piragua…
Esos mismos jóvenes que preferirían soñar en su país, un país de oportunidades donde soñar fuera al menos… posible.

3 comentarios:

Luna Miguel dijo...

Ey hola! Yo a usted le conozco!

samsa777 dijo...

Preciosa foto, maestro. ¡Bufff!

Por cierto, ¿os conocéis? ¡NO me lo puedo creer! Me lo tenéis que explicar, chicos. jajajajja

Besos

Lorena dijo...

Me ha recorrido un escalofrío al percibir tanto calor.

Un beso.